CAMINANDO HACIA EL PAITITI.
El Triunfo

CAMINANDO HACIA EL PAITITI.

Experiencia personal de Angel Fantauzzi, de la primera expedición uruguaya rumbo a la ciudad perdida de PAITITI.

2 may 2021


 

Caminando hacia “PAITITI”

Experiencia personal.

En Agosto de 1992, salió la primera expedición uruguaya desde Montevideo rumbo a la ciudad perdida de PAITITI; una ciudad hoy interdimensional, pero en período de su fundación por el maravilloso pueblo Inca, les sirvió  de refugio para ocultarse del amenazante conquistador español.

 

 

 

 

CAMINANDO HACIA PAITITI

Resulta un tanto difícil transmitir las vivencias en una forma atemporal sin tener en cuenta el espacio y el tiempo. Transformar lo que habitualmente se entiende cómo pasado en fenómenos del presente, o sea, estar en una frecuencia vibratoria en donde todo lo que hemos vivido y que vamos a vivir constituya el eterno presente, es decir, que estamos viviendo. Tratando de seguir esta concepción que proviene de una sintonía con el cosmos, voy a expresar las energías actuantes en mis centros, que manifiestan los valores de Paititi. La primera expedición que parte de Uruguay está en marcha. Estoy compartiendo con mis hermanos una comunión inexplicable de fuerzas que nos unen como un todo, rumbo a la ciudad interdimensional. Extrayendo el contenido de los registros akásicos, desde un espacio de mi aura en un trayecto que va desde el cosmos hasta mi ser, el primer estadio de conocimiento de mi mismo se inicia en una experiencia de esfuerzo físico que todo el grupo en una recorrida por gran parte de La Paz (Bolivia), nos enseña y aprendo la resistencia necesaria a emplear para estar pronto a dar respuesta a los acontecimientos de la vida.

 

Contradicciones surgen en mi ser, reflejos de un principiante que intenta adaptarse en una búsqueda del equilibrio entre el agotamiento y la superación. Hay satisfacción por la conquista, metafóricamente hablando, nuestra respuesta fue certera.

Rumbeamos hacia unas ruinas el siglo XV (Franciscanas) cerca de la zona de Tiahuanaco donde se acampa. Sentimos la presencia de los hermanos mayores dándonos la bienvenida en una noche tranquila y clara sus luces desde el cielo azul nos reciben describiendo trayectos zigzagueantes. En un círculo nos unimos por las manos y le ofrendamos cánticos de agradecimiento, hermosa sintonía con el cielo, el ser y la madre tierra, gran enseñanza de unidad con la Conciencia Divina. Es un paisaje hermoso a la luz del día, con una cascada a los fondos de las construcciones donde comulgamos en el frescor de sus aguas siendo unos con el elemento.

 

Es de noche, alguien está experimentando en su carpa el sentimiento crítico de la purificación expulsando lágrimas de angustias y emociones. Nos preparamos para una ceremonia en las ruinas de la Iglesia Franciscana. Entramos en ella y asumimos el compromiso de nuestra misión, integrando en nuestro cristal mayor en nuestro centro de energía, el legado de amor y entrega que San Francisco de Asís ofreció a sus seguidores. Consagrados a ese propósito corona la ceremonia el vuelo de una paloma blanca en plena noche dentro de la Iglesia sobre la gran cruz de madera semirruinosa del altar, confirmando de esta forma la aceptación Divina de esta vivencia. Aquel cuyas lágrimas lavaron su ser es testigo de los hechos. Es de día y junto a las ruinas me tiendo mirando el cielo rodeado de picos y vegetación.

 

Un águila en pleno vuelo me inspira y estimula mi sentir en lo más profundo de mi ser. Vibro íntegramente y sube a mi mente y se canaliza por mi centro cardíaco esta oración de purificación:

El águila vuela en la montaña,

Padre Sol;

tres seres alineados

con el corazón del templo,

derraman su luz;

río de amor

que lava la tierra;

su fuerza no para,

temblor de canción;

música ritual,

el perfume, la flor.

 

Queda registrada en otra área de mi aura este acontecer energético y sé, que a cada instante de mí eterno presente el amor, el servicio, la entrega son consagraciones eternas, partes de mi misión asumidas como compromiso natural que conforman el conocimiento de mi propio ser y que emergen gracias a la luz recibida que confirmó una paloma muy significativa y un águila majestuosa; tal vez símbolos del Amor con Paz y Poder Divino.

 

Llegamos a Tiahuanaco y la fuerza energética latente en el lugar impregna de conocimiento nuestras mentes. Mis manos sobre una roca me permiten visualizar la majestuosa sabiduría de seres actuantes en una dimensionalidad de altas vibraciones en frecuencias elevadas que dejan ver la inteligencia de una ciudad que es en la permanencia eterna. El conocimiento es indescriptible y se impregna en mi campo energético como una pauta de existencialidad y apertura de conciencia.

Estamos ya en Copacabana, ciudad próxima al Titicaca desde donde se puede ir a la Isla del Sol.

Una noche lluviosa nos recibe. Nos refugiamos al costado de la Iglesia de la Virgen de Copacabana y para mi sorpresa presto atención a lo que se celebra adentro escuchando a través de la puerta lateral donde nos encontramos. Es una misa pero por lo que oigo, exclusiva para las familias pudientes del lugar que son nombradas una a una por quien celebra la misa en agradecimiento, se entiende, por sus aportes económicos. Afuera el pueblo festeja la fiesta de la virgen. Se conmemora su día y se ve un desfile de bandas con máscaras y carros como los nuestros de carnaval; acompaña a la música con instrumentos típicos multicolores fuegos artificiales y bengalas. Un poco contradictorio en relación a la misa de lujo donde a nadie de otra clase le era permitido entrar.

 

Es de día, el astro sol está casi en la cúspide y asistimos a la misa popular. Nos reunimos en el centro de la nave del hermoso recinto y profundizamos en nuestro interior para sintonizar con las energías vibratorias del santuario. Es impresionante la sensación percibida. Desde las profundidades de la existencia eterna nos llega un cúmulo de experiencias atemporales de los acontecimientos que se suceden en esas coordenadas. Algo sucede ....... Nos acercamos a la puerta de un recinto donde están las reliquias de la Virgen pero está cerrado al público y ese algo se precipita. Una joven del lugar con su niño sujetado a su espalda como acostumbran a llevar en Bolivia las madres pueblerinas, se acerca a nuestro guía y maestro y le ruega con lágrimas en los ojos que sane a su niño enfermo. Algo que nos sorprende porque fue espontáneo. Al principio nos costó ubicarnos en el momento de la vivencia, seguidamente nuestro guía atiende al niño y para mayor sorpresa aún, otras personas se nos acercan y nos ruegan nuestra atención. ¿Qué hacer ante tal acontecimiento? Y cada uno recurre a su ser interno, en un estado de conciencia alterado y nos transformamos en canales de energía de amor y servicio. Salimos de la Iglesia cada uno perdidos en este transe de entrega como si estuviéramos probando la consagración de las ruinas franciscanas. Nos sentimos temblorosos en nuestro cuerpo, mente y espíritu y agradecemos poder salir porque si no toda la concurrencia nos estaría pidiendo nuestra atención. Algunos de nosotros nos salen a buscar a los más rezagados, por supuesto yo uno de ellos. Reunidos todos miramos al cielo y entre las nubes se vislumbra una figura en sombra tal cual una nave y su rayo descendente que bendice, supongo, la concurrencia.

Partimos hacia la isla de Injra, una isla en el lago a pocas horas de trayecto. Conseguimos que un barquero nos lleve y nos espere hasta la nueva salida del sol. Es una isla que nadie quiere pernoctar porque suceden cosas oscuras, según comentarios de los aldeanos de la zona. Es de noche y en la isla el grupo se separa para que cada uno transite hacia su interior y armonice con el ambiente especial que nos rodea. Me ubico en un lugar junto a la montaña que domina el paisaje y purifico mi ser entregándome a la totalidad de la existencia. Momentos de reflexión. Siento como me expando hacia el cosmos y me revitalizo. Nos reunimos nuevamente y entonamos nuestros cánticos, algo que permanentemente practicamos, una habilidad asombrosa de meditación pues nos hace integrarnos en la unidad. Estamos ya sumidos en el sueño en una noche de 4ºC bajo cero. Es destacable como la temperatura ambiente con el sol comienza a ser agradable hasta apartar el frío por completo, es una característica del lugar. Ya la claridad se hace en todo el paisaje. Una vez más nos separamos para recorrer la geografía de la isla, muy pequeña, por cierto. Estoy recolectando algunas hierbas para los famosas infusiones que preparo para agradar el paladar de mis hermanos. Una piedra llama mi atención, la recojo, parece una cara, la llevo conmigo, algo interiormente me lo pide; es un misterio.

Regresamos al poblado a través de las hermosas aguas del lago. Arribamos y de inmediato procuramos conseguir comida ya que estamos bastante hambrientos y necesitamos reponer fuerzas ya que las jornadas son duras. Estamos en una posada que nos ofrecen una especie de ensopado o como nosotros llamamos, puchero. Aquí la trascendencia se transforma en una enseñanza de agradecimiento a la hospitalidad de quienes nos reciben y atienden aceptando el alimento aunque se tratara de proteínas animales; cosa que comúnmente no comprende nuestra dieta vegetariana. Hay momentos que es necesario hacer lo indispensable y ello nos enseñó a estar preparados a comprender cuando el momento lo requiere. Solo una hermana se mantiene inalterable con su dieta; es peligrosa la intransigencia.

 

Nos preparamos para partir hacia la Isla del Sol, un trayecto de dos horas en barca. Un día espléndido nos acompaña. Ya estamos en la Isla. Nos organizamos ubicando nuestras pertenencias en el lugar que coordinamos para nuestra estadía. Como habitualmente hacemos, nos reunimos formando un círculo y nos aprontamos para que cada uno se compenetre con el lugar e interiorice sus energías. Estoy ascendiendo por la montaña con algo de esfuerzo. Llego hasta donde dan mis fuerzas y hasta donde me permite la geografía. Me detengo y me siento en una gran saliente rocosa que cae casi verticalmente al vacío. Puedo apreciar el gran lago, el sol en el firmamento sobre mi cabeza apenas por detrás y todo el prana que me rodea y a la vez penetra en mi ser. Aquí estamos el sol , el lago y yo; no se si es esto a lo que se refiere: Tres seres alineados con el corazón del templo derraman su luz.....”. Cierro mis ojos, respiro con profundidad, luego más superficialmente, me relajo. Implanto un cristal en el lugar sintonizando con el sol y el lago. Me sumerjo en él en mi esencia y percibo la presencia de otros seres dimensionales, tal vez la Hermandad Blanca, y sin mediar palabras nuestras frecuencias sintonizan. Siento un silbato, tres respiraciones profundas y regreso, estoy nuevamente conmigo. Nuestro guía y maestro nos llama; una vez más nos reunimos.

Estamos alimentándonos reponiendo fuerzas para nuestro trayecto de siete kilómetros a través de la montaña al encuentro de las ruinas sagradas que nos esperan. Se inicia la marcha muy tediosa, el camino es muy escarpado, diezma nuestras fuerzas. Va atardeciendo y atravesamos un poblado en la propia montaña. El grupo se separa, los más ágiles se adelantan en gran medida. Ya no los vemos.

Hay hermanos resagados. Mi mente comienza a hostigarme con el mal humor, rezongo conmigo mismo y hablo en silencio con rabia cuestionando a quienes en mi sentir han quebrado al grupo. Me preocupo en silencio por los que quedan atrás. De pronto un destello. Mi mente queda bloqueada y regresa al lugar que le corresponde, dejar de querer ser el amo y cumplir con su servicio. ¿Qué estás haciendo Angel? Una voz interior me pregunta con autoridad. No refunfuñes, todo está como debe ser. Me calmo, vuelvo al equilibrio entre el agotamiento del esfuerzo y esta lucidez de mi interno que me hizo recapacitar para que la armonía se restableciera. Múltiples áreas energéticas de mi aura quedan estampadas con enseñanzas eternas que me hacen ver la vida con mayor claridad. Se encamina mi conciencia hacia el conocimiento del ser en aquellos niveles que aún estaban a oscuras. Ampliar la visión para apreciar más de cerca la totalidad sin dejar que la mente me nuble con pensamientos parciales que solo llevan a la frustración del alma. Una hermana se siente mal y muy descompensada energéticamente. Dos o tres hermanos de los que habían avanzado vuelven a nuestro encuentro. Se decide no proseguir y hacer estancia en una escuela que nos permite albergue.

 

He aquí la respuesta a la trascendencia. Fue un ejemplo para quienes lo vimos. De nada sirve la tozudez de no querer alterar la dieta habitual cuando es necesario incorporar al organismo el alimento adecuado para hacer frente a los desafíos que se presenten. Importante es saber dar respuesta a las pruebas que la vida nos propone actuando con sabiduría y sin sentimientos de culpa aunque tengamos que desviarnos un poco por la armonía de nuestro ser. Si nuestra condición no es la adecuada nada podremos brindar a quienes necesitan de nosotros y mucho menos sintonizar con las frecuencias de los hermanos mayores.

 

Ya es de noche. Estoy junto a otros hermanos en la orilla del lago muy cerca del recinto escolar. Sin quererlo me envuelve un estado de vibración inesperado. Frente a mi, el agua. En lo alto la luna. Me traslado a una dimensión distinta o eso me parece. Me impregna toda la energía del ambiente y siento en mi centro algo que me dice: “esto es lo que es”. Vuelvo en si. Las nubes repentinas empañan el cielo como si latiera una fuerza peculiar en la zona de todo el lago. Esto es algo que he venido observando repetidas veces, pero en este instante lo interpreto. Tal vez todo tiene que ver con la Hermandad.

 

Nos sentimos apesadumbrados por no alcanzar nuestro propósito. Intercambiamos opinión y algunos considerábamos oportuno proseguir pero lo importante era que llegara todo el grupo. Como dije antes: todo está como debe ser.

Estamos durmiendo. En la madrugada me siento algo indispuesto y salgo en medio de la noche a tomar aire. Algunos hermanos estaban conversando, se pude percibir que organizando algo. Se acercan a mi junto con nuestro guía y me hacen una propuesta. Algunos vamos a regresar por donde vinimos, ¿quieres acompañarnos? Debo aclarar que el regreso iba a ser en barca rodeando parte de la isla. Sin dudarlo acepté. Se decidió partir de inmediato. Dimos aviso al resto teniendo en cuenta que algunos estaban exhaustos, especialmente la hermana que se sintió tan mal. Ellos regresarían en la barca.

Hermosa noche nos cobija con un baño de estrellas sobre nuestras cabezas. Las nubes ya se han disipado; curioso fenómeno que todavía no me explico: por momentos en la noche el cielo se cubre y cuando uno menos se lo espera se percata de que está todo despejado. Es una travesía nocturna increíble pero cierta. Tal cual hubiéramos caído en un túnel del tiempo hicimos el trayecto en menos horas que a la ida. Nos asombra a todos. En una parada de descanso y toma de orientación, apreciamos las estrellas y que sorpresa, las luces fugaces; unas cuantas. Algo que realmente te emociona, pero no preguntemos .......... Llegamos al punto de partida inicial, aún la noche nos cobija. Reponemos fuerzas con algo de alimento e infusiones y descansamos. Con el sol ya despertando, recibimos al resto del grupo que se trasladó en barca. Nos preparamos para la vuelta a la tierra firme de Copacabana, dejando atrás la Isla del Sol. Nos llevamos muchas enseñanzas que aporta a cada uno la sabiduría necesaria ajustada a las necesidades individuales. Son enseñanzas para el grupo y también personales, con un nivel de asimilación muy particular para cada integrante que a cada instante va abriendo una brecha de acercamiento al reconocimiento del ser interno.

 

Llegamos a Copacabana. Mi mente en este eterno presente no es lo suficientemente lúcida de todo los acontecimientos. Es la instancia primordial donde debemos escuchar las profundidades de nuestro interno en sintonía con el Profundo Amor de la Conciencia Cósmica. Ella y nuestra propia conciencia (pequeña manifestación del Todo) toman la decisión de proseguir al encuentro del Paititi. Meditando en soledad, cada uno se expresa. En un abrazo eterno de todos en la habitación donde nos reunimos, por fin hablamos, uno a uno. Es un acontecimiento único e indescriptible. La emoción embarga nuestros corazones. Se produce una sintonía grupal donde no es necesario expresión alguna. El llanto en nuestros ojos es de purificación. Temblamos en el abrazo sellando nuestra hermandad para la eternidad. Estamos en un nivel vibracional de un estado de conciencia expandida totalmente diferente a lo conocido. El plano espiritual de nuestras auras es el que ilumina cada ser y a la totalidad. Otra vez la calma. Descendemos a la realidad de la existencia habitual, si podemos decirlo así para que se entienda. Cada uno va expresando su decisión. La mía es regresar a mi hogar. Entiendo que el Paititi está allí, en mi casa, en mi hogar. Que otros seres que son mi familia son mi Paititi, que tenemos cosas que afrontar en común. En sí, mi Paititi está en mi centro, donde me encuentre va conmigo y si estoy en mi hogar allí se encuentra. Aquellos que necesitan sintonizar con los seres dimensionales de la ciudad de los diversos planos, son los elegidos para asistir al encuentro, en mi caso me he elegido para mi preparación en el fortalecimiento de lo que es llamado la base de la nueva humanidad, según constantemente lo dicen los hermanos mayores, “la familia”.

 

Esto es el valor más importante que me va enseñando la vida. Y volviendo a nuestro espacio/tiempo puedo decir que todos estos años, en los que el propósito fundamental fue, es y seguirá siendo el fortalecimiento de los lazos familiares, nos ha permitido dar respuesta adecuada a los aconteceres del “Tao”*, y sentir como fructifica el amor en nuestros corazones, algo que agradezco profundamente todas las experiencias vividas en este camino al Paititi.

 

Agradezco con todo mi corazón al Profundo Amor de la Conciencia Cósmica, el haberme posibilitado el camino; y agradezco con todo mi amor a los hermanos con quienes compartí los compromisos asumidos y a los hermanos mayores que a cada instante estuvieron presentes,

Un especial agradecimiento a nuestro guía y maestro Víctor Pacheco que desde los planos divinos atestigua lo que expreso.

 

*Tao = Vida

 

El amor por la familia es amor por la existencia, es el amor por la vida, nos permite descubrirnos y así llegamos al amor incondicional, al amor de conciencia, a la conciencia absoluta.

 

 

Angel Fantauzzi

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